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domingo, 23 de enero de 2011

El autor de la semana: Aristófanes


Continuamos con nuestra galeria de efigies inmortales. Pasemos hoy a un autor que nació y vivió en el Ática, Atenas, en el siglo V antes de nuestra era,  cuando conjurado definitivamente con tres victoriosas batallas el peligro de la invasión persa, se reconstruye la ciudad en ruinas; y se reinaugura con la guía política del brillante  Pericles el siglo de oro de la cultura helena. Esta fue la época de la erección del majestuoso Partenón, donde trabajaron artistas como Fidias; lo es también de pensadores excelsos como Sócrates y Platón; y de dramaturgos como Sófocles y Eurípides... y por supuesto del genial  y chocarrero Aristófanes.

La comedia, con mucho de como la conocemos hoy, fue también un legado de esos días gloriosos para Atenas. La etimología puede traducirse más o menos como "canto del desmadre". Y es que en medio de las celebraciones a la divinidad Dionisos, numen de la embriaguez y del desborde vital, se cometían toda clase de excesos y desmanes; un grupo de danzantess y hombres entonaban sus cánticos y se obsequiaban entre ellos con frases procaces, burlescas y obscenas. De esta costumbre, se cree, nació por entonces el género que por su tema y situaciones se sitúa como la antípoda de la tragedia.

Se tiene noticia de un puñado de autores de este tipo de obras; pero sólo uno ha llegado hasta nosotros, Aristófanes. De él se han conservado once comedias. La originalidad de estos escritos, la capacidad de creación de caracteres eternos, el estilo lírico y elevado que sabe convivir al lado de fragmentos escatológicos y vulgares, la sátira despiadada e ingenio  y otros elementos más, hacen de Aristófanes uno de los grandes del teatro universal.

Del contenido de sus obras se desprende que el comediógrafo era una especie de reaccionario que no veía con buenos ojos la modernidad que ya despuntaba en el recinto ateniense: figuras revolucionarias como Eurípides con su teatro humano y Sócrates con su método filosófico de indagación de la verdad, fueron objeto de la más enconada burla aristofánica. Pero eso no era obstáculo para que se saludasen cordialmente en la poli, pues se trataba de una avanzada democracia donde cada uno podía opinar a su gusto. También hay en ellas una apasionada declaración de pacifismo: en más de una ocasión  muestran la demencia y estupidez de las guerras entre los hombres.

Dejamos un fragmento, que hemos traducido de una versión  francesa (http://remacle.org/bloodwolf/comediens/Aristophane/paixgr.htm), de una de sus comedias más aplaudidas, "La paz". Esperemos que rían con él tanto como nosotros lo hemos hecho al vertirlo.

Esclavo 1.
Trae, trae acá, rapidito,  el pastelito pal  escarabajo.
Esclavo 2.
Ten. Dáselo a ese pinche animal.  ¡Ojalá que nunca se trague algo mejor!
Esclavo 1.
Venga otro, amasadito con mierda de burro.
Esclavo 2.
Ahí está el otro... ¿Dónde está el que trajiste ahorita? ¿Ya se lo comió?
Esclavo 1.
¡Por diosito que sí! Lo volteó con sus patas... y va pa´dentro todo. Órale, hazme corriendito otro más grande y espesito.
Esclavo 2.
Esos que  limpian calabaza, por Dios, vengan a echarme una manita si no quieren verme asfixiado.
Esclavo 1.
Otro, otro, de caca de jotito: ya sabes que le gusta bien molidita...
Esclavo 2.
Bueno, ciudadanos, al menos nadie pensará que mientras amaso la pasta me la estoy engullendo.
 Esclavo 1.
 ¡Puaj ! Tráeme otro y otro.. y vete amasando otro más.
Esclavo 2.
¡Ya no, por Dios! No puedo... no aguanto más el hedor.
Esclavo 1.
Entonces me llevo a la bestia con todo y su peste.
Esclavo 2.
¡Ya vas! Aviéntaselo a los cuervos, y de paso te tiras tu primero. (Al público) Que alguno que lo sepa me lo diga: ¿dónde puedo hallar una nariz sin agujeros? Pues yo no sé de otra chamba más miserable que ser el pastelero de un escarabajo. El marrano y el perrito, cuando vamos al establo, se tragan toditito sin chistar, pero este cabrón se hace el melindrosito, y si no me paso todo el santo día amasando y se lo llevo como una galletita a una señorita, no se digna siquiera a probarlo. Pero voy a ver si ya terminó; abro tantito la puerta para que no me sienta. Anda, no te detengas hasta que revientes sin darte cuenta. Ay. como se agacha el maldito sobre el pastelito. Pareciera un luchador: adelanta las mandíbulas; mueve su cabeza y sus patas de aquí para allá, como los que enrollan los gruesos cables en los navíos de carga. ¡Pinche animalejo asqueroso, apestoso y tragón! No sé a que deidad representa. Segurito que no es ni de Afrodita ni de las Gracias.
Esclavo 1.
 ¿De quién pues?
 Esclavo 2.
 Pues yo creo que esta monstruosidad nos la envió Zeus lanza-cagada.
  Esclavo 1.
  Ahorita entre los del público no faltará segurito algún jovenzuelo, de esos que se las   dan    de listillos, que ya esté diciendo: "¿Qué carajos es eso?", "¿para qué el escarabajo?"   Y un jonio sentado a su lado le responde: "Según yo están hablando de Cleón, que no tiene empacho en tragarse la porquería.
Esclavo 2.
Pero yo me voy a darle de beber.

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